lunes, 10 de agosto de 2009

disConNecteed..

Pensaba. Desparramada en mil pedazos, desprendiéndose éstos de sí mismos, cada vez siendo más y más, mas sus ideas se multiplicaban en tanto su cuerpo se desarmaba. Sus pensamientos se iban subdividiendo con una velocidad y en una cantidad que era inconcebible. Estaba ella en su cama, pero sin embargo sentía que ya había invadido todo el lugar con su oscura presencia. Se sentía gris, en un mal modo. Pero pensaba, aun pensaba. Era lo único que podía darle señales de vida. El mundo era gris, no había esperanza, que por pequeña que fuese, pudiera sacarle un poco de brillo a ese zapato lleno de polvo. Las cosas habían permanecido intactas por tanto tiempo que ya tenían su territorio delimitado por un mínimo sector limpio debajo de sí mismos. No se movían, ella no se movía, tampoco los movía, solo pensaba e iba sintiendo como, de a poco, comenzaba a formar parte de la habitación, como su inactividad continuaba afectando al mundo, más bien, seguía volviéndolo gris, aun más si era eso posible.

Ya no sentía su cuerpo como tal, sus miembros no formaban una unidad, ni aunque quisieran, sus manos podían formar un puño, articular los dedos. Todo se estaba deteniendo en una perfecta imagen de un cuarto en la penumbra de la noche. Sin embargo, no era sólo una recamara; en ella se encontraba la perdición, el descuido y la desdicha. El desinterés de la humanidad estaba concentrado en los pensamientos de esa persona que se mimetizaba con el entorno. Sus pensamientos líquidos se desvanecían, se evaporaban. El mundo, de repente, rotaba más despacio, como si se hubiera cansado de dar vueltas en un mismo eje, de rodear siempre al Sol, y que su vida fuera cíclica. Era todo un vaivén interminable de situaciones repetidas bajo distintas circunstancias. La tierra se cansó, y así también se cansó la población volviéndose una masa uniforme y gris, sin vida...

Y ya no pensaba. No. Ya no, simplemente se dejó llevar por una extraña fuerza que la inmovilizaba, como todo en derredor, como la sociedad, como la Tierra, como el universo... Una rutina que terminó ganando por cansancio una pelea en la que nunca se supo cuál era el otro bando, todo parecía ir asimilándose, sin presentar oposición, dejándose llevar como el río. El mundo inmovilizado ya no piensa, ya no siente, ya no ama... Solo muere.

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