viernes, 7 de agosto de 2009

The eternal process

¿Cómo empezar un texto que quizá no tenga principio ni final? Comenzamos cosas, cosas que a veces terminamos, cosas que a veces quedan inconclusas, cosas que a veces llegan a ser mucho más que simples ‘cosas’.

Ambicionamos. Deseamos cumplir lo que sea que nos propongamos, sin importar realmente de qué manera. ¿Cuántas veces has dicho que harías algo sin importar cómo?

Queremos obtener placer instantáneo y lo que nos preocupa, en realidad, es tan sólo el mero hecho de conseguir lo que deseamos.

Procesos. Procesos que, necesariamente, tenemos que atravesar y es aquí en donde se marca la diferencia. Ese viaje en colectivo para llegar a destino; esas infinitas horas sentados en la silla estudiando para aprobar el examen; aquellas tediosas materias que soportamos para terminar el secundario; tantos profesores que nos disgustan; esos procesos cíclicos que emprendemos para lograr nuestro objetivo, sea cual sea, con mayor o menor esfuerzo de nuestra parte y con mayor o menor interés. Un ejemplo de la vida cotidiana consta en un estudiante que, para poder obtener su título, debe (obligatoriamente) completar todas las materias que se encuentran dentro de la carrera. Nuestro alumno podrá simplemente pasar por esas materias, con una única meta: sacárselas de encima para poder conseguir lo que desea, su título universitario; o bien nuestro estudiante podría dedicarse y compenetrarse con las mencionadas asignaturas, para que no sólo sean ‘necesarias’ para satisfacer su deseo, sino que pasen a formar parte de su deseo. Está en cada estudiante decidir como atravesará la carrera: con el único fin de terminarla o realmente pasando por ella. Está en cada persona hacerse responsable porque su paso por la vida terrenal tenga significado

Nos demos o no nos demos cuenta, en la vida en general sucede lo mismo. Nos rodean objetivos que nos autoimponemos, tenemos los medios para llegar a ellos y la forma en que trascenderán (o no) en nuestra historia. Vamos creciendo, cumpliendo año tras año en un monótono ciclo que nunca se corta, en una vida que sigue un curso en el cual no existe la marcha atrás y que tampoco se queda al lado del camino; simplemente avanza a una velocidad continua. Sin embargo, debemos tener muy en claro que no es tan sólo este ‘gran ciclo’ por el que estamos atravesando el único que importa, puesto que dentro del todo del que estamos hablando, existen otros procesos que se van sucediendo inmediatamente, casi tanto como los años. No basta que terminemos de hacer determinadas cosas para que comencemos con otras, no se detiene, no nos detenemos…

Dificultades. ¿Quién no las tiene? En nuestro camino de la vida atravesamos distintos desafíos que, con intención o sin ella, nos incentivan a seguir su camino, a descubrirlos, descifrarlos y, por sobre todas las cosas, superarlos. Durante toda nuestra vida atravesamos por problemas… Cada año implica un nuevo problema, y un renovado alivio por haberlo superado con éxito. Así vivimos. Es casi una rutina ir por nuestros días de dicha manera, una rutina que a veces mata y otras tantas fortalece.

Cada año implica eso. Un fortalecimiento, crecer, superar, terminar y comenzar. Todo al mismo tiempo… Pero, volviendo sobre nuestras palabras… ¿Cada nuevo año, de veras termina antes que el siguiente comience?

2 comentarios:

  1. Shieee!
    increible final, otra obra de arte para tu colección, a pesar de haber vivido el "Proceso" de redacción de este texto, me sorprendí hoy releyendolo con la cabeza mas fresca.
    felicitaciones nada mas.

    ResponderEliminar
  2. Vale, mañana necestaría que hablemos =( AJAJAJA
    la mina no para
    ahora voy a subir uno k hic hoy en una peulá, conste que tuve sólo 20 mins, a ver que opina 'el mundo' (por MUNDO entiendase VALE :P)

    ResponderEliminar

strawberrys